Tu corazón guarde mis mandamientos

Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos, porque largura de días y años de vida y paz te añadirán.

Proverbios 3:1-2 (LBLA)

Cambiador del Mundo: Solamente cuando somos cristianos nacidos de nuevo, podemos entender estas dos promesas que Dios le hace a todos Sus hijos que están meditando en Su Palabra de día y de noche, y por eso recibirán largura de días y años de vida y se llenarán de paz, frutos que fuera de Cristo no teníamos en ningún momento de nuestro caminar por nuestra propia cuenta. Cuando nos entregamos a Jesús, entendemos la esperanza que Él nos ofrece de que nuestra vida cambie y empecemos a vivir llenos de Su amor, de Su gracia, de Su misericordia y de todo el Fruto del Espíritu que habla también el Apóstol Pablo en su carta a los Gálatas 5:22. Cuando caminamos con Jesús ya no somos huérfanos porque tenemos un Padre en los cielos, para el cual nada en absoluto es imposible y por lo tanto empezamos por disfrutar de Su cuidado y sobre todo de nuestra intimidad de oración con El (Romanos capítulo 8 ). Nuestras preguntas ahora tienen respuesta porque cuando leemos la Biblia, sabemos que estamos escuchando la voz y el consejo de Dios, porque quizá nunca antes habíamos recibido un consejo o un abrazo de un papá de sangre aquí en la tierra. La grandeza que implica que Dios nos llame Sus hijos, no se debe confundir con prepotencia o soberbia porque Dios quiere que seamos mansos y humildes de corazón, porque esa es la voluntad de Dios para nosotros (Mateo 11:29). También Pablo en su carta a los Efesios, nos dice que como cristianos debemos dar honra a nuestros padres porque esto es justo y honrar padre y madre es el primer mandamiento con promesa para que como dijimos antes, nos vaya bien y tengamos larga vida sobre la tierra. Pero también si somos padres, no provoquemos a ira a nuestros hijos, sino debemos criarlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:1-3). Pidámosle a Dios que Cristo en nosotros sea nuestra esperanza de gloria y la victoria que cambia el mundo (Colosenses 1:26-27, 1 Corintios 15:57). Aleluya.

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