Jesús sana un leproso

Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.
Mateo 8:1-3 (RVR1960)

Cambiador del Mundo: Aunque mucha gente seguía a Jesús, ese día solamente un leproso entendió quién era el Señor y se postró delante de Sus pies y le pidió sanarlo. Jesús extendiendo su mano le tocó y lo sanó y al instante ese hombre fue sanado de su lepra. Jesús quiere sanarnos de la lepra espiritual con la que nos ha contaminado el mundo pero no obligará a nadie a venir a Él para pedirle ser sanado, porque al igual que este leproso que físicamente estaba enfermo, solamente el que le clame al Hijo de Dios, y lo reconozca como su Salvador, podrá ser limpiado, sanado, y restaurado de toda enfermedad física y espiritual. Jesús es el mismo de ayer, de hoy y de siempre y tiene los brazos extendidos para cualquier persona que crea que su vida puede tener la fragancia de Cristo y no el mal olor de la lepra, porque el pecado es una lepra en el espíritu de una persona que esté involucrada sirviendo al mundo. *En estas Escrituras el leproso le dijo a Jesús que si quería, podía sanarlo y de esta misma manera también todos nosotros debemos entender que hoy es el día en el que Dios quiere limpiar de toda lepra a quien le clame, porque Él a eso vino a la tierra, a perdonar el pecado del mundo para todo aquel que se arrepienta. Cristo te ama y hoy puede ser tu día de sanidad (Romanos 10:8-13). Cristo en nosotros nuestra esperanza de gloria y nuestra victoria que por Su amor y gracia nos permite predicar Su Palabra para cambiar el mundo (Colosenses 1:26-27, 1 Corintios 15:1, 57, Mateo 28:19-20, Juan 15:12-13). Aleluya.

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