La mano de los diligentes gobernará

La mano de los diligentes gobernará, pero la indolencia será sujeta a trabajos forzados. Proverbios 12:24 (LBLA)

Cambiador del Mundo: La definición de la palabra diligente significa: hacer las cosas bien y a tiempo. Esta es una cualidad que no solamente debe enfocarse a un trabajo físico sino también a la búsqueda primeramente del Reino de Dios y Su justicia, eso dará como fruto que Dios nos dé por añadidura todo lo que necesitemos. Nuestra diligencia empieza con nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo porque con estas dos actitudes, se cumple toda la ley (Mateo 22:37-40). También tenemos que enfocar nuestra diligencia a pedir perdón a todos aquellos que hubiéramos ofendido y a perdonar a todos aquellos que nos hubieran ofendido, porque Jesús habló de que Dios Padre nos perdonaría en la medida que nosotros perdonemos a los demás (Mateo 6:14-15). El siguiente aspecto de nuestra diligencia tiene que ser nuestro servicio a nuestro prójimo ya que Jesús se amarró una toalla en la cintura y les lavó los pies a Sus discípulos, aun a Judas quien lo iba a entregar esa misma noche para que fuera injustamente juzgado y crucificado. Así que nosotros no tenemos pretexto para ser selectivos y escoger a personas que son de nuestro agrado para lavarles los pies, porque Jesús no lo hizo así, pues El no hizo acepción de personas. También tenemos que ser diligentes en predicar la Palabra de Dios y ganar muchas almas para el Reino de los Cielos, porque esas serán las verdaderas riquezas que nos serán contadas en el cielo cuando nos presentemos ante el Tribunal de Cristo, por haber dado por gracia el mensaje de la salvación que recibimos por gracia. Y por último tenemos que ser diligentes en amar a nuestra Iglesia, nuestros ministros y nuestros hermanos en la fe, ser agradecidos con aquellos que están derramando su vida enseñando la Palabra de Dios, cuidando de todos ellos, orando y siendo fieles en el cuidado y servicio a la Casa de Dios, nuestra Iglesia. Cristo en nosotros la esperanza de gloria y nuestra victoria que cambia el mundo (Colosenses 1:26-27, 1 Corintios 15:10, 57). Aleluya.

 

Photo by Lina Trochez on Unsplash

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