El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad
De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Romanos 8:26 (RVC)
Cambiador del Mundo: El Espíritu Santo de Dios habitará en todos los que se arrepienten de sus pecados y confiesan a Jesús como su Salvador. Entonces ya no serán dirigidos por sí mismos, sino que empezarán a depender del Espíritu de Dios y su gracia, y ahí empieza su proceso de santificación que tiene como objetivo, el que Cristo sea formado en ellos (Gálatas 4:19).
El Apóstol Pablo, escribió claramente en muchas de sus cartas, la importancia de menguar al Yo, para que la gracia de Dios obre en nosotros, y que nuestra vieja naturaleza humana que era pecadora, fuera menguando y desapareciendo en nuestro diario vivir y a cambio de eso la vida nueva que recibimos en Cristo, produjera frutos abundantes del carácter del Hijo de Dios en nosotros.
Pablo nos enseña que ninguna condenación hay para los que están en Cristo y creen en su muerte y resurrección y lo han declarado su Rey y Señor, para aquellos que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.
El Espíritu Santo en nosotros, nos ha dado vida nueva y nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte eterna que nos tenía cautivos desde nuestro nacimiento, simplemente por ser descendientes de Adán.
*En Adán nosotros nacimos con la condenación del pecado aun sin pecar. Pero en Cristo hemos sido perdonados y limpiados y hemos recibido la promesa de la vida eterna, no por obras para que nadie se jacte, sino por la gracia y la fe en el Hijo de Dios (Romanos capítulo 8).
No estorbemos en ningún momento la obra perfecta que Dios está haciendo en cada uno de nosotros los cristianos nacidos de nuevo.
Hoy es tu día de salvación si te entregas a Jesús para que Él sea tu Salvador, tu esperanza de gloria y tu victoria que por su gracia cambiará el mundo (Romanos 10:8-13, Colosenses 1:27, 1 Corintios 15:10, 57). Aleluya.