ELIZABETH SANCHEZ Nace una esperanza

Desde su primer aliento, Elizabeth Sánchez probó ser una luchadora, aferrándose a la vida. Quienes le vieron nacer, morir y resucitar ese día cambiarían para siempre. Nació en Placetas, Cuba el 11 de marzo de 1993. Su nacimiento estuvo acompañado de sucesos peculiares y complicaciones inimaginables.

 

Durante el parto, sufrió una broncoaspiración de meconio que le causó tres paros cardiaco-respiratorios. Cuando los médicos hacían lo posible por salvarle la vida, el hospital experimentó un apagón. ¡Ahora sí que estaba condenada a morir!

 

Sin electricidad, los servicios del hospital quedaron inhabilitados y los médicos decidieron trasladarla con urgencia a un hospital de especialidades neonatales en Santa Clara. “La tormenta del siglo” azotaba a la pintoresca isla del caribe con su furor, y ahora Elizabeth no sólo peleaba contra su incapacidad de respirar, sino contra la madre naturaleza.

 

Ya en el nuevo hospital se comprueba su estado crítico de salud. Sus pulmones habían desaparecido en los Rayos-X debido a la alta concentración de meconio en ellos. Se apresuraron para conectarla a una máquina de ventilación pulmonar y entra en estado de coma por 28 días.

 

La zozobra de sus primeras horas la acompañaron por el siguiente mes en medio de otras complicaciones. Las repetidas convulsiones, sangramientos internos e infecciones generalizadas menguaban toda esperanza clínica de supervivencia. El 11 de abril de 1993, domingo de resurrección, los médicos la entregan en estado vegetativo para que pase sus últimos días en casa. Su futuro era incierto. Nunca sería una niña normal.

 

Los padres de Elizabeth se aferraron a una promesa que Dios les entregó pocas horas antes de su nacimiento, en Isaías 49:25, “Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos.” Cuando todo estaba perdido, sólo la fe de ellos quedaba en pie. A partir de ese momento comienza una secuencia de milagros que le permiten a Elizabeth recuperar su salud en medio de la alegría y el asombro de quienes le conocían.

 

A los cuatro años, su familia se muda a la República Dominicana y ella descubre su pasión por las artes, en particular el canto. Participó en los coros y musicales de la iglesia, y reafirmó su vocación por la música. Con su temprana edad, aprendió a enfrentar su discapacidad intelectual – diagnóstico oficial – y desarrolló un espíritu noble y lleno de gracia.

 

A los once años, el traslado de la familia a los Estados Unidos marca el inicio de una nueva etapa para ella. Su carácter cristiano se enriquece en su interacción con la nueva cultura, el nuevo idioma y las nuevas relaciones. Su actitud positiva ante la vida toma matices más firmes y claros. Ahora es una niña tenaz y valerosa.

Elizabeth comienza a florecer en sus talentos y es en la interpretación del canto donde se siente completa y donde manifiesta los sentimientos más puros. Su perseverancia ante los obstáculos, con la cual ha luchado por alcanzar sus metas, comienza a dar resultados mayores. Pasa las audiciones que le permiten ingresar al programa de música de una escuela superior “magnet.” Sus altos rendimientos académicos, contra todo pronóstico, y su deseo de amar a los más necesitados la motivan a iniciar una serie de visitas por tres años al Hospital Infantil Joe D’ Maggio, llevando consigo su amor, su compasión y su música a niños enfermos de cáncer.

 

A los 18 años comienza a estudiar en la Universidad Barry de Miami Shores, Florida, y en el 2016, se gradúa como Licenciada en Artes, especialista en interpretación vocal. Elizabeth Sánchez es una soprano lírica dotada, con un instrumento vocal único y un talento musical que ha llamado la atención de reconocidos músicos y promotores de la industria.

 

Como solista, Elizabeth trabaja arduamente para completar su primer álbum, “Nace una esperanza,” mostrando sus raíces evangélicas. Allí pone sus talentos y el conocimiento que adquirió durante sus estudios de música vocal al servicio de la sociedad, retribuyendo lo que ha aprendido luchando por llevar una vida normal y productiva. Su álbum aboga por la inclusión y por la lucha de los derechos de las personas menos favorecidas.

 

“Nace una esperanza” es la recopilación de su vida y sus victorias ante las adversidades y veredictos de hombres; es la demostración del poder de la fe y la oración para cambiar los pronósticos lógicos y ordinarios en algo extraordinario y pleno.

 

Como premio a su esfuerzo y arduo trabajo, Elizabeth recibe la ayuda del programa de Rehabilitación Vocacional de la Florida y crea su propia compañía. El programa está comprometido a ayudar a personas como ella a formar parte de la fuerza laboral y alcanzar la independencia económica.

Elizabeth es un ejemplo de superación. Su vida demuestra que Dios puede cambiar los pronósticos limitantes y diferenciadores de los hombres para convertirlos en esperanza, alegría e inspiración. Su amor a Dios le permite dejar huellas en cada persona que tiene la oportunidad de conocer.

 

Ella sueña con tocar los corazones de las personas a través de su voz y letras, impregnadas de amor, perseverancia y fe. Al fin y al cabo, su vida es un ejemplo que demuestra que es posible derribar el estigma de la dependencia y las limitaciones que conlleva el nacer con discapacidades físicas y mentales. Con su música, sus charlas y conferencias, está ayudando a jóvenes especiales y sus familias a lograr sus metas, anclados en mantener una relación firme con Dios.

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