La Iglesia es el instrumento de Dios para sanar al mundo
¿Qué haría Jesús si fuese alcalde? Esa es la pregunta que tenemos que hacernos en este tiempo, ya sea que veamos un pequeño acto de misericordia en una comunidad o la abolición de la esclavitud en el Imperio británico. ¿Qué contribución debe hacer la Iglesia a la sociedad en la cual Dios nos ha colocado? ¿Tendrá la Iglesia un propósito amplio que comienza con la salvación espiritual pero continúa hacia la transformación cultural?
La Iglesia de Jesucristo es el principal agente de Dios para representar sus intenciones en el mundo. Si creemos esto, esperaríamos ver un alto grado de transformación visible en las sociedades y culturas donde la Iglesia existe. Ciertamente, a través de la historia, la Iglesia ha moldeado su cultura. Sin embargo hoy, la historia es diferente. La Iglesia cristiana ha experimentado un rápido crecimiento alrededor del mundo, pero esta multiplicación no ha tenido un impacto en la sociedad. Aún en culturas donde cerca de la mitad de la población dice ser cristiana, vemos que los gobiernos y negocios son corruptos, las personas viven sin respetar a su Creador o a las otras personas, y naciones y tribus pelean las unas con las otras. Trágicamente, incluso ha habido genocidios donde la mayoría de la población proclama ser cristiana.
¿Por qué la Iglesia no ha transformado el mundo a su alrededor? A un nivel global, quizás la principal causa es la falta de un entendimiento bíblico de las intenciones de Dios para su Iglesia. Sin entender el gran papel que está llamada a desempeñar, la Iglesia de Jesucristo no podrá tener compasión, ni cumplir las intenciones de Dios.
Muchas iglesias de esta generación dirían que su tarea principal es cumplir la comisión de Cristo. Sin embargo, frecuentemente estas iglesias, ya sean de teología liberal o conservadora, no han captado toda la plenitud de la Gran comisión.
La rama conservadora de la iglesia protestante de evangélicos, carismáticos y pentecostales¾ sabe que la Gran comisión se refiere a evangelismo y plantación de iglesias, pero pocas veces reconoce que también nos ordena discipular a las naciones para que vivan bajo el señorío de Jesucristo.
La rama liberal de la iglesia sabe que debe tener un fuerte impacto social, pero da poca importancia a la regeneración espiritual del individuo. Ninguna de estas dos ramas de la Iglesia ha captado plenamente la amplitud de la Gran comisión. Las Escrituras son claras en que el propósito de Dios para la Iglesia va más allá de la evangelización. Es más amplio que plantar iglesias. Es más profundo que el discipulado espiritual. Es más grande que confrontar las injusticias sociales. Es mayor que dar comida al hambriento.
La estrategia de Dios es tanto la proclamación como la demostración de las Buenas Nuevas. Ambas tienen un papel importante en la comunicación del Evangelio. Más y más iglesias y sus líderes están comprendiendo esto. Cuando las personas de todas las denominaciones que consideran Las Escrituras como su autoridad, escuchan ideas que están claramente reflejadas en La Palabra de Dios, las aceptan, las creen y las implementan. Están listas, en posición, esperando aprender cómo ser el Pueblo y la Iglesia que Dios quiere.
Las premisas moldean la manera como pensamos y actuamos. Las premisas que presento nos impulsan a ayudar a la Iglesia a cumplir su tarea:
Premisa 1: el mundo está seriamente herido. La sabiduría humana y los recursos materiales no pueden sanarlo. Haití es una ilustración patética de una nación destrozada, que no ha podido ser sanada por la sabiduría humana ni los recursos materiales. Es la nación más pobre de todo el hemisferio occidental. Miles de programas internacionales y miles de millones de dólares han sido destinados para sanar las heridas económicas, sociales, políticas y espirituales de los ocho millones de habitantes de Haití.
A pesar del trabajo y de los recursos que han sido invertidos por los expertos humanos, hoy Haití parece estar destrozada como en 1980. Sus habitantes sufren. La esperanza es fugaz. Ochenta por ciento de la población de Haití vive en pobreza extrema y humillante. A pesar de las masivas inversiones de dinero, tecnología e ingeniería social, hay poca evidencia de sanidad a gran escala. Los recursos económicos no han sanado la tierra. Mis colegas haitianos están de acuerdo: el quebrantamiento del mundo no puede ser curado tan solo con sabiduría humana, tecnología o recursos materiales. Se necesita algo más.
Premisa 2: la sanidad para una nación o sociedad llega en la medida que Dios interviene sobrenaturalmente en la historia, y su pueblo responde en obediencia, viviendo como a Él lo indica. Las personas que tienen una perspectiva secular del mundo consideran que es una tontería pensar que la sanidad pueda venir de la obediencia a Dios. Para ellos el mundo físico es el único mundo real y la sanidad viene de la mente humana. Ellos aplican conocimientos, sabiduría humana, dinero y tecnología al quebrantamiento del mundo. Las enfermedades, hambrunas, pobreza, el subdesarrollo económico y la desigualdad social eventualmente se resolverán con el esfuerzo humano.
Por otro lado, las personas que tiene una perspectiva animista también encontrarán la segunda premisa difícil de creer. Para ellos el mundo espiritual es el único mundo real; el mundo físico es operado por espíritus o dioses, y los sufrimientos en el mundo son obra de estos espíritus caprichosos e imprevisibles. La sanidad para la sociedad vendría al tratar de vivir en armonía con los dioses, clamando a los espíritus y buscando escapar del sufrimiento en una vida futura.
La perspectiva bíblica, sin embargo, sostiene que una nación o sociedad no es sanada por la sabiduría o creatividad humana, o calmando a los espíritus, sino por medio de la intervención de Dios y la obediencia del hombre.
El Señor provee sanidad para los problemas del mundo, pero también trabaja a través de la gente. Él nos ha creado a su imagen y ha colocado su Espíritu en nosotros. A pesar de tenerlo todo, si Dios no trabaja en y por medio de nosotros, no habrá sanidad real. Como nos recuerda La Escritura, la problemática del mundo es sanada cuando Dios interviene sobrenaturalmente en vidas, sociedades y en la historia; y su intervención viene en respuesta a la humilde obediencia de su pueblo.
Premisa 3: La Biblia es la revelación de Dios para nuestra sanidad. Algunos productos tienen un manual del propietario, con instrucciones escritas por su diseñador o fabricante. Los fabricantes saben cómo fue hecho el producto y cómo debe ser usado para obtener el máximo beneficio. Dios es nuestro hacedor, nuestro fabricante y La Palabra, su revelación escrita, es como el “manual del fabricante” para nosotros. En ella encontramos las instrucciones, los principios y la sabiduría para sanar los problemas del mundo.
Premisa 4: la Iglesia es la principal entidad de Dios para lograr su propósito de sanar todo lo que se dañó en la caída. Dios usa individuos, gobernantes, condiciones naturales y cualquier otra cosa que Él escoja para lograr su propósito en la historia. Sin embargo, Dios ha designado a la Iglesia como el principal administrador de su agenda para sanar un mundo herido. Su plan no será completado totalmente sino cuando Cristo regrese, pero hasta ese momento la Iglesia está llamada a representar y avanzar el propósito de Dios en la historia: “Reconciliar consigo todas las cosas”. La Iglesia, especialmente la iglesia local, es el principal instrumento de Dios para llevar a cabo su agenda en el mundo.
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